Se emplea para reemplazar el azúcar en toda clase de bizcochos con aceites y grasas vegetales: soja, girasol, oliva, etc., aportando el mismo dulzor y textura que el azúcar.
Se aplica a todas las recetas clásicas para decorar y blanquear tartas y pastas sin azúcar como: roscos, coronas, cocas, ensaimadas, brazos, tarta Santiago, pastas de te, etc.